colectivo
275 amarillo, siete de la tarde. Estábamos llegando a diagonal 80, y yo, aburridísima me pongo a cantar todo se transforma bajito. Un hombre sube y se sienta en el asiento individual de atrás y de pronto se pone a recitar. A recitar en francés un poema. Se lo escuchaba emocionado, diciendo cada rima con un énfasis raro. Me bajo antes de llegar a 7 y 50 porque estaba cortada, me levanto, lo miro y me devuelve la mirada con unos ojos negros vacíos. Fue un momento lindo, incómodo, pero le sonreí y bajé.
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