lunes, 21 de diciembre de 2009

bowie, mía y los granitos de café

¿Fue época de compartir versos por telefono? No. Adiós a la bohemia, chau chau diós a mis viajes en colectivo con herman hesse y todos los muchachos; el verano se vino con todo y con él sus tardes de mates, pileta pelopincho y medialunas del rey del sabor. Volvió Meg Cabot ¿te acordás de Meg Cabot? Te comíste cuatro novelas de Meg Cabot en una semana ¿no te acordás de Meg Cabot? Sí, por supuesto: diario de la chica que a los catorce años le dijeron que iba a ser princesa, diario que me encantaba cuando tenía 11 y ahora, siete años más tarde, me sigue matando de insomnio cada vez que empiezo uno nuevo. Para colmo la mina escribió no cuatro libros sino diez, libros cortos y fáciles que si tenés vacaciones=tiempo libre y muchas ganas de sacarte la duda de si Mia termina con el hermano de la mejor amiga viciás hasta que las velas no ardan.

Ahora que releo entiendo a la perfección porqué me sentía tan identificada. A esa edad encontrar un personaje (por estúpido, mitómano y flashero que sea) que escriba tanto y que le pasen cosas como que su mamá vaya a tener por sorpresa un bebé de su profesor de matemáticas (gracias a dios que mi caso no llegó a ese extremo) o que esté enamorada desde hace años de un chico al cual no puede tener, ni siquiera contarselo a su mejor amiga porque casualmente es la hermana del susodicho y, conociendola, no te volvería a hablar.

¿Y Lana Weinberger? ¿Te suena una compañerita que hace la vida imposible a los demás porque no soporta que seas diferente a ella? Bueno, a mi sí, me re suena. Todos los días no encontrás un libro así a esa edad. Definitivamente no lo encontrás. Y ni siquiera les estoy comparando a mi abuela con Grandmère. Las similitudes son INFINITAS, pasando por alto el hecho de que al personaje del libro físicamente me lo imagino más como Jessica Walter que como es en realidad mi abuela.
Pero psíquicamente las deben haber clonado.


También releyendo todos esos libros + algunas cosas que yo tengo escritas me di cuenta de que en todos estos años me llené de un filtro demasiado grande. Incluso en la intimidad, no en el blog donde cualquiera puede venir, tipiar y leer, sino en los cuadernos y las cosas que tengo por acá últimamente no soy tan abierta. No escribo de que salí a la calle y vi dos pajaritos cantando juntos y me puse contenta, o en cuánto me enojo cuando no encuentro algo que dejé en un lugar específico y ahora no está, porque siento que cualquiera vendría lo leería y pensaría cualquier cosa de mí. Más aún en primer año, es decir, fue re crucial cambiarme de escuela y no integrarme al principio para que de a poco yo me de dejara de abrir tanto con las personas, y eso se reflejó un montón en las cosas que tengo escritas, obvio. Volver a ver estas cosas fue volver a atrás un poco, ver que mi familia no cambió en nada, y que yo tampoco; nada más empecé a guardarme un poco más en las cosas que digo y pienso.

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