lunes, 20 de julio de 2009

momento

Pero ahora bien ¿por qué no escribir? Jamás vamos a volver a cruzar palabra o a comunicarnos por otra cosa que no sea alguna mirada lejana, quizá dentro de poco o algún día. Nunca pensé que iba a decirlo o que me iba a pasar, y mucho menos que el dramatismo iba a ser tan profundo que tuviera que apelar a las tazas de café (siempre que es algo malo aparecen las tazas de café, no vengas a buscar alguna explicacion al respecto) y sentarme a escribir otra vez, cierto que había dicho hace unas semanas que la computadora me distraía y que lo mejor que podía hacer era seguir con el cuaderno o comprar uno nuevo, o algo aún mejor que eso; arreglar de una buena vez la máquina de escribir que está en la esquina más honda del ropero donde la familia guarda las cosas que ya no le importan, como los albumes de las fotografías que no son importantes y todas esas cosas a las cuales de seguro les daría uso al por mayor. Quién diría ahora que lo pienso que vos ibas a conocer a tantas personas, que de alguna forma ibas a ser tan cercano sin que lo seas de manera alguna. Quiero decir no digo que te acuerdes de aquel mediodía de noviembre del año pasado, cuando pasaste y saludaste con cierta timidez de los que no se conocen pero quieren formar algun vinculo. Pero yo sí. Venía escribiendo hacía una hora, estaba cansada y creo que ya ni recuerdo exactamente por qué estaba llorando. Pasaste y fue curiosa la manera en que miraste. Me acuerdo que atiné a agarrar un pucho y dejarlo por la mitad, escribir sobre otra cosa, pensar en porqué justo doblaste en la única esquina en la que era posible que yo me sentara a escribir (solía haber un bar, amaba la cara de sorpresa de las mujeres mayores al verme ahi sentada) y sé que te dejé ir, que no importaste nada que hubieras pasado o no, no habías cambiado nada. O lo habías cambiado todo.

1 comentario:

jumper. dijo...

I know who you are.

gracias por pasarrr
saludos