viernes, 3 de abril de 2009

M. M.


Por supuesto que tengo miedo de morirme querido amigo, eso se da con facilidad cuando uno no cree en el cielo.
Me aterra el hecho de llegar a pensar en un mundo en que me falte el oxígeno y no pueda estar con vos, que no compartamos tardes y risas, que el intento por reproducir los momentos en imágenes no pueda volver a producirse.
Me daría pánico pensar que al morir no dejé mi huella en este mundo.
Me cuesta mucho pensar que soy una más que pasó y se fue, que estuvo de visita en este mundo y que no llegué a cambiar la vida de al menos una de las personas que tengo alrededor.

Sin importar si la persona fallecida fue o no alguien que yo conocía, me pega igual. Ya el ver los diferentes subnicks y mensajes que van dejando en muros virtuales y páginas, ves que esa persona recorrió los mismos pasillos que vos caminás ahora, tuvieron amigos en común, tuvo una familia, un círculo de personas que amaba, habrá tenido sueños, seguramente incluso se habrá preguntado cómo se sentiría uno al irse. Se habrá hecho la idea al enterarse que estaba enfermo ¿Habrá tenido la oportunidad de despedirse? ¿Qué les habría dicho a todas esas personas que ahora están llorando por él? ¿Habrían valorado ellos que él estuviera presente en una reunión, en un recital, incluso en el aula de clases? Seguramente no. Hablo desde mi lugar: no valoro la presencia de muchas de las personas que tengo alrededor, sí las cosas que hacen por mí, pero no eso de que de por sí estan ahí y yo les importo. Sentimos eso como algo natural siendo que expresa y directamente no lo es y nunca lo fue. Cada momento en este mundo es único y siento que muchas veces nadie puede ver ni entender que eso es así.

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