sábado, 15 de noviembre de 2008

1986

El transcurso del día de ayer fue totalmente bochornoso. La mañana dio a entender que no tenía mucho que hacer en el aula de Historia si no es que no habia terminado mi monografia acerca de la quema de libros durante la última dictadura militar, así que me rendí a mis cuadernos y a charlar, mirar un ratito por la ventana y continuar en la mía mientras la profesora hacía más preguntas de las necesarias ¿Usted no entiende? A esta altura del año y con tantas obligaciones a cuestas, nadie quiere venir a escucharte rezongar, mujer. Dos de mis amigas estaban destruidas: con tanta fiesta a cuestas post-rupturas sentimentales no se podía esperar mucho más que durmieran las cinco horas de jornada escolar. Decidí que cuando todo eso terminara tenía que volver a casa a buscar la cámara y a arreglar con Leo a ver qué pintaba para este viernes. Me tomé el bondi un par de veces: vivir tan lejos de todo es un inconveniente enorme a esta edad. De vuelta en la ciudad y con las clases de fotografía canceladas, me quedé sentada tomando algo con él hasta que empezó a llegar todas esas personas que solo veo en la calle, un viernes. Tres en particular me volaron la cabeza con muchas de las cosas que me dijeron, libros que me recomendaron, las veces que me hicieron reir en las cuatro horas siguientes. Las cosas empezaron a tener sentido, a estar bien más allá de mi miedo. ¿Alguna vez le conté a alguien de mi miedo? Ah, sí... unas tres personas de confianza lo reconocerían con facilidad.
Es irrelevante e imposible mi miedo. Si mi miedo fuera real, yo sería un milagro de la ciencia. Sigo esperando que mi cuerpo reaccione para recordarme que nada va a pasarme, que todo queda en mi cabeza y no va más allá de eso. Que voy a seguir muchos años más compartiendo tardes como estas, que voy a volver a ser feliz como ayer y hoy, que tengo que tener cuidado. Cuidado con personas que suelen lograr destruirme solo por el echo de que yo las dejo, cuidado con todo, cuidado conmigo misma, nada más. Acá no pasa más que eso, Lu. Tranquila.
Hoy caminé muchísimo, ¡gracias Agus! Cambiaste mi sábado. Creo que el arte es lo nuestro, gracias por la Rolling Stone y las palabras, las muchas palabras que brindamos para dar, prestar y regalar. Memorias como estas son las que cambian mi mundo.

4 comentarios:

Bernardita dijo...

que lindo escribir asi
i aim to be like you :B jaj aun besito grandeeeeeee luliiiiiiiii

whatiamtoyouisnotreal dijo...

de nada Lu, gracias a vos por bancarte la caminata, jaja. sabes que creo que la felicidad esta en las pequeñas cosas que tiene la vida, como unos mates, unas palabras.

. dijo...

me gusta como quedaron las fotitos de costado,la mejor,la de blink obvio jaja
hey,tu blog no tiene nada que enviarle al mio ;)
tu miedo?se cura con una medida de tekila
ahi,ya nada te da miedo jajaja

Xaj dijo...

Gracias por LOS Rolling Stones.